Probablemente, alguna vez habrás visto cómo se inician las obras de un edificio. Lo primero que se hace es buscar la localización adecuada y estudiar las cualidades del terreno. Si la zona donde se quiere construir es apta, lo siguiente que se hará será empezar las obras de excavación.
💡 Este agujero de grandes dimensiones será donde instalarán los cimientos encargados de sostener todo el edificio. Si los cimientos se construyen bien, el resto de la estructura del edificio será un lugar seguro para sus vecinos.
Para acercarnos a los movimientos de las constelaciones familiares y comprender sus bases, quiero explicaros cuáles son sus cimientos, es decir, la base en la que se sostienen. Los cimientos de las constelaciones familiares son la buena y a mala conciencia de nominado por Bert Hellinger.
La buena y la mala conciencia
Podemos definirla como una fuerza de cohesión de los individuos al clan en el que nacen. Esta fuerza también puede entenderse como un programa biológico de supervivencia primitivo que viene de tiempos ancestrales. ¿Y cuál era su intención? Imagina la vida hace 120 000 años. Entonces la existencia era una experiencia hostil y peligrosa. Nuestros ancestros más primitivos tenían el impulso de mantenerse unidos, porque así las probabilidades de sobrevivir eran mucho mayores tanto para la totalidad del clan como para el individuo.
💡 Cuantos más individuos tenía el clan, mejor se podían defender, distribuir la tarea de caza, cuidar a los menores, organizar la vida… Y si eran pocos individuos, la vida era aún más estresante porque entre muy pocos tenían que asumir muchas responsabilidades.
Si alguien en el clan quería poner en duda alguna regla o doctrina, este experimentará un sentimiento de culpa o vergüenza por ser diferente a los demás. Aquí aparece un sentimiento de mala conciencia con el que nos sentimos mal con nosotros mismos. El sentimiento de mala conciencia le hará arrepentirse o querer cambiar de idea y actitud para volver a ser como el resto del clan. Pero además, si eras diferente a las normas o principios de convivencia regidos por el clan, podían echarte del grupo. Y si te atrevías a ser diferente, era muy probable que tuvieras que asimilar las consecuencias de quedarte solo y aislado de tu grupo de pertenencia y, por lo tanto, la seguridad de tu vida estaba en peligro y las probabilidades de sobrevivir serían mucho menores que si te mantenías dentro de tu clan.
☝🏻 La inmensa mayoría de las veces dejabas de lado tu creatividad, te olvidabas de lo que tú preferías y volvías a las normas establecidas y entraba en ti un sentimiento de buena conciencia. Una sensación de que así las cosas están mejor para todos… Pero al precio de olvidar tus necesidades personales, al precio de dejar de lado tu camino de vida.
Este sentimiento de culpa, vergüenza y mala conciencia lograban mantener al grupo unido. A día de hoy, todavía está presente y activo en cada uno de nosotros, en cada uno de los clanes.
Es precisamente el sentimiento de la mala conciencia el indicador de que estamos viviendo nuestra propia vida y estamos dejando atrás las lealtades y fidelidades inconscientes a nuestro clan. Es la señal de que me estoy permitiendo ser yo mismo.
Este programa se puede describir también como una lealtad a nuestra familia de origen. Una lealtad de tal fuerza y energía que va a determinar mis decisiones inconscientes sobre cómo viviré mi vida. No nos damos cuenta de que está guiando nuestras decisiones.
Y aquí aparece otra fuerza contrapuesta a la de cohesión. La fuerza de individuación. Este impulso nos empuja a vivir nuestra vida, nos dirige fuera de nuestro clan a explorar nuestro propio camino de vida, a encender nuestra luz y descubrir nuestra genuidad. Es un movimiento creativo, auténtico. Y tiene un precio que tenemos que experimentar: la culpa o la vergüenza de querer ser nosotros mismos, de permitirnos ser como queremos ser y no como nos han dicho que tenemos que ser. Es el precio de alcanzar nuestro estado adulto, nuestra madurez e independencia. La culpa, la vergüenza y la mala conciencia son el puente que tenemos que cruzar para llegar a nuestra propia isla donde desarrollar todo nuestro potencial. La vida y nuestro sistema familiar esperan esto de nosotros. Es la misión de vida de cada uno de nosotros descubrirnos y poder ser nosotros mismos.
Sin embargo, la culpa solo la viven los “Niños”, las personas adultas no sentimos culpa por priorizar nuestra vida. Pero esto es otro tema aparte.
Un ejemplo puede ampliar mi explicación
Recuerdo a una chica, a la que llamaremos Gloria de ahora en adelante, que vino a mi consulta individual, explicándome que no podía entender por qué se sentía mal por haberse enamorado de un chico. Me decía que era lo más bonito que estaba viviendo en su vida y que aquel chico era una hermosa persona que la hacía sentirse amada y que ella lo amaba. Tenían 18 años y era la primera vez que iniciaban una relación íntima en la que ambos se sentían comprometidos en su sentimiento de amor.
Al abrir la constelación, se mostró cómo a su representante no se le permitía dejar atrás a sus padres. Ella me contó que su Mamá estuvo enferma durante mucho tiempo y que el padre trabajaba y cuidaba de ella. Gloria también dedicaba parte de su tiempo a los cuidados de la Madre.
Inesperadamente, la vida le trajo la experiencia y el momento de enamorarse a Gloria, de abrir su corazón a otra persona, dedicar parte de su tiempo a su amante, de entregar su energía de vida a su pareja, de amor a otra persona diferente a su clan. Y es aquí donde entran en conflictos las dos fuerzas que os he descrito. La fuerza de cohesión al clan de mantenerse unida para sobrevivir y la fuerza de individuación que empuja a Gloria a vivir la vida que le toca. Estaba experimentando la mala conciencia por abrirse a su chico y pasar tiempo juntos alejándose de su familia.
La lealtad hacia su clan puede hacer que no se permita vivir el amor por decidir inconscientemente quedarse junto a su familia. Se sentirá culpable y vivirá con vergüenza al abrir su corazón a este hombre y dejar atrás a su familia. Aunque solo sea por unas horas mientras va al cine con su chico. Si decidía quedarse con su familia en lugar de irse con su chico al cine, sentirá la buena conciencia, la culpa y la vergüenza desaparecerán.
Estas lealtades y fidelidades basadas en los sentimientos de buena y mala conciencia que nos vinculan a nuestra familia de origen es lo que las constelaciones familiares nos ayudan a dejar atrás para poder abrirnos a nuestra vida libre de culpa, libres de vergüenza, libres de miedo por ser nosotros mismos.
📎 Alba, S. [Sergio]. (2024, 17 noviembre). Comprendiendo las constelaciones familiares. PsicoPop. https://www.psicopop.top/es/comprendiendo-las-constelaciones-familiares/