¿Te fías de las apariencias? Cuando creamos una opinión sobre alguien a partir de algún rasgo físico, casi sin darnos cuenta, se puede producir una interpretación errónea de la información, lo que influye en la forma de procesar los pensamientos, emitir juicios o tomar decisiones.
Cuando vemos a una persona atractiva, podríamos tender a pensar que también es inteligente o amable, sin tener ninguna información concreta que apoyen estas suposiciones. Esto es el efecto halo.
La imagen de esta publicación es de Cameron Herrin, que mató a una mujer ya su bebé. ¿Lo habrías dicho alguna vez viendo, solo su foto? Encontramos otros casos más cercanos, como el de Daniel Sancho, que todavía está pendiente de sentencia y del que se dice que asesinó y descuartizar a su pareja sentimental.
De la misma forma, si alguien hace un error en una tarea, podríamos pensar que es incompetente en general, incluso si la conclusión es exagerada y no basada en una evaluación completa de sus habilidades.
El efecto halo puede influir, por supuesto, en la toma de decisiones, en la forma en que se forman las impresiones de las personas y, sobre todo, en cómo se interpreta la información recopilada .
Psicólogos como Dennis (2007) o Myers (2008) dicen que esto sucede porque los humanos tendemos a asociar lo bonito con lo bueno, es decir, asociamos con las personas guapas los atributos más positivos, mientras que las personas feas o poco atractivas se asocian a las características más negativas.
¿Por qué sucede esto? Nisbett y Wilson, en 1977 intentaron explicarlo: al tener una primera impresión positiva, la evaluación global posterior será buena, y viceversa . Esto refleja la gran importancia del efecto de primacía, es decir, lo que conocemos como “la primera imagen”.
Edward Lee Thorndike fue quien describió, en 1920, este fenómeno por primera vez, y otros psicólogos han trabajado en sus tesis, como Solomon Asch, quien dice ser el atractivo físico la variable que más evoca el efecto halo.
Daniel Kahneman estudió este fenómeno de forma detallada y explica cómo este sesgo forma parte de cualquier ámbito de nuestra vida . Por ejemplo, la Universidad de Nueva Inglaterra, en Australia, llevaron a cabo un estudio para ver si las calificaciones del alumnado por parte de sus profesores estaban mediadas o no por ese sesgo cognitivo. Hoy disponen de estrategias para que la valoración sea siempre lo más neutra posible, y es que las personas emitimos juicios de valor de forma habitual, porque nuestro cerebro necesita hacerse una idea rápida de lo que le rodea.
El efecto halo es un sesgo que tiende a simplificar el aspecto general de una persona determinada basándose en sus características físicas y atribuirle, así, una personalidad a partir de un aspecto concreto.
Vivimos en un mundo de apariencias en el que la belleza es un pasaporte que puede facilitar, a mucha gente, alcanzar objetivos y ser valorada por un rasgo positivo de su imagen, con una sonrisa perfecta, una forma de vestir… que alguien que no encaje en ese modelo, es descartado para muchas cosas, incluso por encontrar una pareja.
Emitir juicios de valor es natural y lo hacemos, casi siempre, sin mala intención. El sentido es evolutivo, pues así anticipan posibles agresiones. Estos, a menudo, son fruto de un aprendizaje social (familia, amigos, medios de comunicación…) y por medio de estos acabamos condicionando nuestras relaciones personales.
Varios estudios indican que en solo siete segundos nos formamos una opinión de lo que estamos viendo y que este juicio de valor condiciona nuestras expectativas y nuestra forma de relacionarnos con esa persona
La sexóloga Helen S. Kaplan encontró una diferencia curiosa entre géneros: las mujeres son influenciadas por el efecto halo solo cuando se presenta a personas del género opuesto, pero cuando son del mismo sexo, tienden a evaluar negativamente el atractivo. Estos resultados no los halló en los hombres.
Por último, el efecto halo es aplicable a todo tipo de situaciones, desde la política, a las entrevistas de trabajo, el marketing, etc. y la otra cara de la moneda es el efecto diablo (“devil effect” en inglés), idéntico al efecto halo, pero a la inversa: sucede cuando se juzga de forma negativa aspectos concretos de una persona si la impresión general de esta es negativa.
📎 Alcaine, A. [Albert]. (2024, 25 julio). El efecto halo. PsicoPop. https://www.psicopop.top/es/efecto-halo/
📖 Referencias: