A través de Gente tóxica descubrimos diez tipos de personas que lejos de aportar relaciones saludables, mejor mantener lejos de nosotros.
Stamateas nos presenta, en primer lugar, los meteculpas: la culpa es uno de los sentimientos más negativos que puede tener el ser humano y también es una de las maneras más utilizadas para manipular a los demás. La culpa nos paraliza, es venganza, cabreo y boicot contra uno mismo.
La culpa es la diferencia entre lo que hice y lo que debería haber hecho, entre lo que quiero y lo que debería hacer.
Este tipo de personas te harán sentir que no eres merecedor de beneficios, te pedirá explicaciones por todo, “tú no puedes, nunca serás lo suficientemente bueno como para conseguir una meta“. Desperdiciamos más horas intentando conformar y agradar a los demás que de ocuparnos de nuestras vidas. Son culpas ajenas generadoras de insatisfacciones continuas.
Si te has equivocado, pide perdón, mereces ser feliz y no quieras cambiar a nadie: solamente cambia quien decide cambiar.
También encontramos el envidioso. La envidia es una emoción que no solo implica anhelar lo que tiene la otra persona, sino que te coloca en un plan de continua insatisfacción y de queja permanente, emociones que lentamente nos destruyen.
La envidia es un sentimiento destructivo de alguien que pretende tomar lo que tú has conquistado.
Cuando te dicen “eso que te digo no es para criticarte” o “te lo digo, pero no para hacerte daño” es porque quieren eliminarte. Cuando tu cariño y tu “yo” estén seguros de sus capacidades y habilidades, cuando hayas determinado que nada te moverá del objetivo a seguir, nada más te despertará envidia.
La envidia no tiene sexo, vive en la murmuración, el susurro… Nos transforma en seres intolerantes respecto al éxito de los demás. Si miras el éxito de alguien, mira también su sacrificio, constancia y precio que se paga por el trabajo, el esfuerzo y mejorarse un poco más cada día. No envidias: ¡Admira! No mires el final del proceso, sino el proceso en sí.
Valora el hecho de que te tienes a ti mismo, no esperes nada de nadie, rompe tus límites, peléate únicamente por lo que vale la pena, tómate tiempo para descansar, busca consejos de gente sabia y demuestra el amor y la ternura a la que amas.
El descalificador diría cosas como “¡qué trabajo mejor hecho! ¡Lástima que lo hayas entregado tarde!“. Muchas personas pierden el tiempo intentando descalificar a todos aquellos que se encuentran a su lado: tiene por objetivo controlar nuestra autoestima, hacernos sentir pequeños, mal ante los demás para que de este modo pueda brillar y ser el centro del universo.
Los descalificadores tienen una doble especialidad: te endiosan hoy y mañana te bajan del pedestal en un instante, así te desestabilizan y te roban tus sueños. La idea es que vivas desconfiado, te encuentres inseguro y dependas de sus palabras y opiniones.
Los identificarás porque juega el papel de amigo, de compañero, finge estar interesado en lo que haces, es irónico y sarcástico y vivirá analizando con lupa para ver con detalle tus defectos para utilizarlos a su favor. Se tomará tiempo para saber cómo eres, poco a poco encontrará la forma de complacer tus necesidades, ofrecerte paz para que una vez le des toda tu confianza, sean tus palabras y decisiones las que tengan poder y peso sobre tu vida. Entonces dudarás de tus capacidades.
No lo contradigas, no te enfrentes a él en público y aprovéchate: no seas su amigo, simplemente acércate para que no te hiera. Míralo y sonríe: así tomas el control de una manera muy sencilla de la situación. No es fácil, pero es posible, ¡por supuesto!
El agresivo verbal es una persona difícil, complicada… Tienen una palabra preferida: “no“. Es mordaz, intimidador y ofensivo. Ejerce su poder a través de gritos, incontinencia verbal, maltrato verbal y la desvalorización continua de las personas. Te hará sentir poco, incapaz, débil e inseguro.
El objetivo del agresivo verbal será confundirnos, hacer pasar lo normal por anormal y al contrario.
Recuerda que un violento verbal siempre estará a la defensiva, sabe que no es una persona amada ni aceptada, por eso intentará demostrar el cabreo y resentimiento llamando la atención con ira, e intentará por todos los medios hacerte parte de la discusión.
Te dirán: “A mí nadie me dice lo que tengo que hacer, yo tengo mi visión“. Intentará hacerte sentir que eres parte de la guerra que él ha empezado e intentará llevarte a su campo de batalla.
Cuando te agredan, contesta algo incoherente y no des valor a la agresión: “¡Vas muy mal vestido!” y le respondes: “Ya lo decía mi madrina, tan va el botijo a la fuente que al final se rompe“, y si te contesta con un “¿Qué quieres decir?“, le replicas “Ya lo entenderás, piensa en ello“. Qué te dice que “¡Estoy harto de tus ineptitudes!“, pues le contestas “Agua que no debes beber, déjala correr, como decía mi padre“.
Si te ofendes, te alejas de tus objetivos. Si te concentras en las emociones y en los demás perderás de vista tu meta. Sé indiferente, como si no existiera. No tomes ninguna decisión bajo presión, tristeza o ira: piensa y después actúa.
Se levanta el telón: ¿ficción o realidad? En algún momento de la vida todos utilizamos una máscara, a veces preferimos utilizar máscaras, simular y no mostrarnos tal y como somos. El falso lo utiliza de forma permanente.
Hay máscaras de poder, de superioridad y de víctimas.
Ojito, porque las máscaras acaban adhiriéndose a la piel, y cuando esto ocurre cada vez las necesitamos más. Pero realmente solo sirven para convencer a los demás de lo que no eres.
La palabra “seguridad” significa “sin preocupación”, y como dijo Douglas MacArthur “no hay seguridad en esa tierra, solo oportunidad“.
El psicópata suele decir que “A mí nadie me dice lo que tengo que hacer“. No solamente es un estafador, un asesino en serie… Son expertos en la mentira y en el engaño y tienen como finalidad traicionarte y arruinarte la vida.
Los psicópatas, a simple vista, no son antisociales, sino que son como un camaleón por su capacidad de cambiar de aspecto adaptándose a la que le resulte más ventajosa.[/ blockquote]
La mente de un psicópata no siente culpa ni angustia por nada: mienten, engañan, roban y no sienten absolutamente nada por el dolor ocasionado. Muestra una imagen falsa todo el rato e intentará hacerte creer que está interesado en lo que en realidad no lo está.
Son personas que no quieren a nadie. Cuando alguien solo quiere poder estamos, probablemente, frente a un psicópata. Siempre se ofenden por todo. Quien habla mal de otra persona hablará mal de ti. Adopta máscaras de espiritualidad y religiosidad, son resentidos y amargados.
Actúan entrando en tu círculo, se quedarán a vivir contigo, intentarán influir en tu estado de ánimo y emociones y, cuando estés atento a sus movimientos y te intereses por sus opiniones, le estarás dando la bienvenida. Para quitarte un psicópata de encima utiliza la indiferencia, que no significa ignorarlo.
También encontramos el chismoso: “Te lo digo porque lo sé de una buena fuente“. Los rumores se manifiestan vivos porque la gente cree con ellos, y cada rumor tiene su mercado.
Encontramos rumores sigilosos (se cogen lentamente), impetuosos (se extienden como la pólvora) y “sumergibles” (aparecen y se extinguen rápidamente). El mirón no tolera el silencio, por eso es importante hablar de cualquier tema.
El rumor tiende a acortarse y hacerse cada vez más escueto, los detalles desaparecen y se reducen en su extensión. Se enfatizan ciertos detalles y otros se dejan de lado, en todo rumor existe exageración. Y se le añaden pequeños detalles que le dan mayor consistencia y veracidad al relato.
No debemos creer lo que nos dicen ni seguir comentando siempre que no sea la fuente original u oficial quien nos lo transmite. Evita la ociosidad.
El neurótico refleja que “Si no te gusta cómo soy, cambiad vosotros“. Manifiestan la necesidad de ser queridos y aceptados (siempre llamarán la atención), la necesidad de reconocimiento (buscará agradar a todo el que se le acerque), de poder y liderazgo, de independencia (difícilmente escucha el consejo de alguien) y de perfección.
Los neuróticos son perfeccionistas, conflictivos, agresivos, culpógenos, inhibidos, inteligentes, extremistas, egoístas, infantiles y, por encima de todas las cosas: jugadores.
Son rígidos, aparentemente inocentes, egoístas y resistentes al cambio. Invade, controla, aglutina y asfixia permanentemente al otro.
¿Y qué podemos decir de las personas manipuladoras? Una cosa es la equivocación y la otra el engaño.
Los manipuladores estudian a las personas buscando su debilidad, primero vendrá con palabras seductoras de reconocimiento, pero lentamente introducirá la descalificación, los gritos o insultos y cuantos más sentimientos de culpa y vergüenza sientas, más poder tendrá sobre ti.
Utiliza dos técnicas: la intimidación moral (cuando te llama o insulta, cuando te ataca a solas o en grupo) y el maltrato verbal (con amenazas, difamaciones, destruyendo tu reputación, aislándote de las personas, difundiendo rumores sobre ti…).
La manipulación apunta a dos áreas: el hacer (descalificará, cuestionará y rebajará todo lo que haces para romper la autoestima por medio de una crítica constante) y el ser (desvalorizando tu motivación, te llenará de culpa y malestar y te alejará, lentamente, de quienes quieres y quienes quieren ayudarte).
Los manipuladores se sienten grandes y poderosos, tienen una doble vida (dicen una cosa y hacen otra, son seductores, amables, elegantes, simpáticos… Pero es pura fachada), llevan cargas pesadas (porque aparentar es sumamente importante), tienen envidia y son improductivos (sus acciones no dan frutos).
Aléjate de quien viene a tomar, no te aísles, evita reacciones de ira, elige tu dignidad antes que la amabilidad, evita justificar las acciones de otros, no dejes que te den prisas. Recuerda que cuando conocemos nuestras debilidades, estas se convierten en nuestras fortalezas.
Y para terminar, el orgulloso: “¿Qué harías sin mí?“. Tiene un exceso de confianza en sí mismo, en lo que dice, lo que hace, en las decisiones que toma: todo lo que hace es perfecto, él es perfecto, él es Dios y lo que hace, está bien y nadie puede contradecirle.
El exceso de confianza no da margen para mejorar y uno se estanca.
Hay tres tipos de exceso de confianza: el exceso de amor propio (“Si yo no estoy, esto no funcionará“, sintiendo imprescindible), el exceso de confianza en la misma capacidad (no aceptamos sugerencias ni ideas nuevas) y el exceso de confianza en la misma forma de pensar.
📎 Alcaine, A. [Albert]. (2024, 27 septiembre). Gente tóxica. PsicoPop. https://www.psicopop.top/es/gente-toxica/
📖 Referencias: