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La represión de los padres afecta al cerebro de los niños

Gritos, tortazos y sacudidas dificulta la gestión de las emociones y del miedo

por Albert AlcaineAlbert Alcaine
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Gritar a un niño, darle una bofetada o sacudirle para disciplinarlo de forma reiterada, provoca cambios en su cerebro que, en la adolescencia, les dificulta la gestión de las emociones y del miedo.

Acciones como estas puede alterar los circuitos cerebrales del miedo , de acuerdo con los resultados de un estudio realizado por investigadores del Centro Hospitalario Universitario de Sainte-Justine, de la Universidad de Montreal, en Canadá.

Cuanto más severa es la disciplina en casa, más probabilidades hay de que los hijos acaben desafiando a los padres con comportamientos antisociales y agresivos.

Los resultados, publicados en Biological Psychology muestran que los efectos de este tipo de crianza represiva pueden verse no solo en el comportamiento de los niños cuando llegan a la adolescencia, sino también en la forma en que sus cerebros tratan el miedo. Cuando llegan a la adolescencia, difícilmente pueden diferenciar lo que es aterrador de lo que no lo es. Además, tienen dificultades para identificar sus emociones .

Cridar al fill

Hasta ahora, la mayoría de las investigaciones se habían centrado en los peores casos de adversidad, es decir, niños maltratados, abandonados o atendidos por los Servicios Sociales, pero este estudio ha querido profundizar en la adversidad más “benigna”, los padres que a menudo gritan, abofetean o sacuden los hijos para regañarlos.

En el estudio, se puso de manifiesto que los adolescentes que no habían tenido una infancia represiva pudieron distinguir un estímulo aterrador de otro tranquilizador, pero los demás jóvenes trataron, cerebralmente, ambos estímulos del mismo modo. También se observaron diferencias en la comunicación entre la amígdala y la ínsula, una región del cerebro donde, entre otras cosas, gestiona las sensaciones viscerales como la ansiedad.

Cuando se reduce la comunicación entre estas regiones, las personas sufren trastornos depresivos y de ansiedad , una reducción de la conciencia emocional y, menor conciencia de lo que están sintiendo y, si oyen algo, no pueden expresarlo en palabras.

Es fácil perder la paciencia y dejarse llevar, pero es necesario cuidar acciones impulsivas poco idóneas.

Para los niños, el tono de tu voz es importante, y expresa mucho más que tus palabras: así es como los transmites tus emociones.

La manera en que hablamos a los niños, la calidez que remitimos y el equilibrio emocional cambia su cerebro en una u otra dirección. En cambio, la comunicación agresiva y los gritos les generan un estrés contraproducente. El tono y la modulación son rasgos de gran importancia.

Crits als infants

¿Qué tiene mayor impacto emocional para un bebé: las voces o los rostros de sus progenitores? La voz delgada, algo más, que la simple expresión facial.

Cuando un bebé acaba de nacer, su visión es muy borrosa, y si bien es cierto que enseguida aprenden a diferenciar unas caras de otras, son las voces las que captan su interés y las que actúan como gran canal emocional. Es más, el recién nacido ya conoce a su madre porque se ha habituado a su voz durante meses en el interior de su útero .

A veces, casi sin darnos cuenta, acabamos dando un grito, y si no es un grito es el tono de nuestra voz lo que se vuelve amenazador. Lo hacemos para que nos hagan caso, que dejen de ser disruptivos o, simplemente, para desahogarnos después de una conducta negativa de los pequeños: después del grito viene el arrepentimiento y nos sentimos mal, porque sabemos que los gritos no educan.

La voz es un canal poderoso a la hora de validar y reforzar la autoestima infantil: hay que hablar con respeto y cariño para que se sientan seguros, queridos y cómodos con nosotros.

La emoción se remite, sobre todo, en nuestra entonación: un tono tranquilo y un timbre ajustado, así como una modulación serena acompañada de una articulación no demasiado precipitada, resultan gratificantes para el cerebro infantil . Se trata solo de eso: hablar claro, poco a poco y cariñosamente.

Si se comportan mal, no es obstáculo para que los miremos con expresión de enfado si está justificado: esta emoción forma parte de la paleta de sentimientos de los humanos, y no tiene nada malo que los niños vean en nuestra expresión el reflejo del enfado, pero la expresión no debería acompañarse de gritos ni de amenazas.

La expresión de nuestra cara les informa de lo que oímos, pero la voz y la comunicación les educa.

¿Cómo lo ves? ¿Crees que es un abordaje muy idealizado o posible?

📎 Alcaine, A. [Albert]. (2024, 10 septiembre). La represión de los padres afecta al cerebro de los niños. PsicoPop. https://www.psicopop.top/es/la-represion-de-los-padres-afecta-el-cerebro-de-los-ninos/


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